¡Buenos días a todo el mundo! ^^ ¿Qué tal, nerviosillos? Espero que esta noche los Reyes Magos os traigan todo lo que habéis pedido y que nadie se quede con un trozo/saco de carbón :P
Lo que yo os traigo de momento es otra leyenda, que ya estaba tardando desde la última ^^' Perdón.
Esta vez se trata de una leyenda, cuyo origen no tengo muy claro, que me ha parecido preciosa, desde mi humilde punto de vista. Relata una historia de amor truncada y agridulce (cómo no, lo triste llega más), pero "ligeramente diferente". Me explico: en esta leyenda los protagonistas son ni más ni menos que el Sol y la Luna.
Cuenta la leyenda que, cuando el Sol y la Luna se vieron por primera vez, se enamoraron apasionadamente el uno del otro, y durante un tiempo, vivieron un gran amor. Eran dos amantes libres: el uno, ardiente y dorado; la otra, pálida y plateada.
Por aquel entonces, Dios se encontraba creando el mundo, por lo que cuando creó el día y la noche, separó a los dos amantes. El Sol debía iluminar intensamente el cielo de día, mientras que la Luna debía alumbrarlo suavemente de noche.
Así, ambos enamorados se vieron condenados a separarse, comenzando una danza interminable por intentar alcanzarse, encontrarse una vez más, sin conseguirlo nunca.
Mientras que el Sol intentó ser fuerte, brillando con fulgor por su amada, la Luna brillaba trémula, pensando, melancólica, en su amado. Al ver la profunda tristeza que los inundaba, Dios acompañó a la Luna con millones de estrellas que brillaban junto a ella en el firmamento. Pero, por supuesto, aquello no suponía consuelo ninguno.
Cuando el Sol y la Luna pensaban que únicamente podrían observarse desde la distancia, Dios se compadeció de nuevo de los dos amantes. Así, decidió crear los eclipses, momentos en los que el Sol y la Luna se reencontrarían y volverían a ser felices durante, al menos, unos preciados instantes.
Desde entonces, tanto el Sol como la Luna viven esperando impacientes su reencuentro, fugaces momentos de felicidad en los que se funden, cubriéndose el uno al otro. Hasta volver a separarse dolorosamente, quedando dos mitades destrozadas que desean ver llegar el siguiente momento en que puedan volver a unirse y formar un todo, estar completos.
Como ocurre con cualquier leyenda, los detalles varían de una a otra. Hay otras leyendas acerca de estos dos astros, como por ejemplo, por qué no podemos mirar directamente al Sol pero sí a la Luna. Ésa leyenda también me resultó muy curiosa, pero al no dar con ella, me decanté por ésta otra.
¿Qué os ha parecido? ¿La conocíais? :)
Hola caracolillo ^^
ResponderEliminarOISH *-* Qué preciosidad de leyenda, me ha encantado. No la conocía, pero me suena bastante. Leí una parecida el "Hija de Humo y Hueso" muy bonita, si quieres te la paso ^^
Un besazo Di :D
Hey, compi ^^
ResponderEliminarJo, es preciosa y triste (lo triste siempre mola más xD). Me encanta *-* Adoro esta sección ^^
Muchos besines, compi, que eres un solete monoso ^^
que fea chau
ResponderEliminarHolaa me encantaria saber el origen de esta leyenda :/ no la encuentro por ningun ladoo :c me encantaria que pudieras ayudarme mi correo es nadialvino96@hotmail.com
ResponderEliminarCuando busqué información sobre ella tampoco me quedó claro su origen, siento no poder ayudarte.
EliminarSuerte en la búsqueda ;)
Quien es el Autor de dicha leyenda? D:
ResponderEliminarCon estas cosas, ¡es difícil saber!
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