viernes, 9 de enero de 2015

La leyenda de los siete durmientes de Éfeso

Buenos días, mundo (o más bien, buenas tardes) ^^

Ha llegado el momento de dar a conocer otra leyenda más, ¡qué ganas tenía de hacerlo! ^^ Sin embargo... he tenido un pequeño percance con ella xD Y es que la leyenda que había previsto utilizar, apenas consta de... dos míseras líneas. Decepción, porque tenía mucho potencial.
La descubrí por Tumblr, y mayor fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que el post trababa sobre la primera novela última saga en la que trabaja la autora Maggie Stiefvater: La profecía del cuervo [The Raven Cycle]. Novela que, huelga decir, me disgustó y decepcionó muchísimo; la encontré densa e introductoria en exceso, pero con una trama muy interesante. Momento spam.

Ni siquiera recordaba haber leído la leyenda (sí que había paja entre las páginas...), según la cual, algunos de los grandes héroes y reyes (Arturo, Glendower, etc) no murieron realmente, sino que se encuentran sumidos en un profundo sueño ,cuales bellas durmientes, esperando a ser despertados.
Hasta aquí, todo bien, pero, como digo, no he encontrado ni una pizca más de información, por lo que, desgraciadamente para mí, he decidido cambiar de leyenda -_-

En su defecto, he elegido una leyenda de origen cristiano, muy similar: Los siete durmientes de Éfeso.


Según esta leyenda, en tiempos del emperador Decio, quien gobernó el Imperio Romano durante el
siglo III d. C., se intentó imponer el culto cristiano frente al pagano, que profesaba dicho emperador; por este motivo, Decio se desplazó a la ciudad de Anatolia (Éfeso), en la actual Turquía, para construir templos y exigir un sacrificio a los dioses paganos.
Sin embargo, siete valientes jóvenes se opusieron a los deseos expresos del emperador. Sus nombres eran Maximiliano, Jámblico, Juan, Marín, Dionisio, Anotnio y Exacustodio.

En otras circunstancias, Decio habría ordenado ejecutar a los siete jóvenes de inmediato, pero éstos pertenecían a la nobleza. Así, el emperador se marcharía de Éfeso durante unos días, no sin antes advertir a los muchachos que reflexionaran, pues si, a su regreso, no habían aceptado el culto pagano, los siete serían ejecutados. Pero los jóvenes no se amilanaron, sino que se deshicieron de sus posesiones terrenales, ofreciéndoselas a los más pobres. Acto seguido, se marcharon de Éfeso con tan sólo unas pocas monedas en sus bolsillos.
Durante su breve travesía, hallaron una cueva, en la cual se adentraron para rezar una última vez. Y, extrañamente, cuando terminaron sus ruegos, cayeron sumidos en un profundo sueño.

Cuando Decio regresó a la ciudad con sus tropas, al no encontrar a los siete jóvenes que se le opusieron, envió a sus soldados en una minuciosa búsqueda. Por fin, el ejército del emperador encontró la cueva, junto con los siete durmientes en su interior. Decio, siendo fiel a su palabra, hizo sellar la entrada de la cueva, de manera que los durmientes morirían de hambre y sed una vez despertaran.

No obstante, los jóvenes no murieron ni despertaron; se mantuvieron en su letargo, un plácido sueño, durante 100 años, sin envejecer. Para entonces, el culto cristiano ya se había expandido por toda la región, dando paso al reinado del emperador Teodosio (s. IV d. C) y a la persecución de los paganos.
Fue durante esa época cuando se descubrió la cueva, y se decidió derruir la entrada para transformarla en un establo. Al caer el sello, los siete jóvenes despertaron simultáneamente, creyendo que aún se encontraban en su tiempo; sólo había transcurrido una noche para ellos. Por tanto, decidieron entregarse y aplacar la ira de Decio. Sin embargo, antes de ello, enviaron a Dionisio a Éfeso para buscar algo de alimento.

Allí, Dionisio se vio enormemente sorprendido al observar los grandes cambios que se habían producido en la ciudad. Por su parte, los efesianos también se extrañaron cuando el joven pagó sus productos utilizando monedas acuñadas hace un siglo. Así, Dionisio fue llevado ante el obispo de la ciudad, quien, al conocer los detalles de la historia, insistió en acudir a la cueva y poder observar aquel milagro con sus propios ojos.

Una vez allí, los siete jóvenes presentaron sus respetos a las autoridades; continuaron sus oraciones y, finalmente, murieron.
Como muestra de respeto, Teodosio planeó construir siete tumbas de oro para honrar el milagro enterrando en ellas a los siete durmientes, pero los jóvenes se aparecieron en los sueños del emperador, pues querían ser enterrados en la cueva, humildemente.


Bien, ésta es la leyenda de hoy. He omitido algunos pequeños detalles más explicativos de la leyenda; por una parte, me habría gustado incluirlos, pero, por otro, tampoco he visto la necesidad de alargarla más de lo necesario, ya que se entiende a la perfección así. Los detalles son detalles.

¿Qué os ha parecido? ¿Os gusta más la leyeda de los reyes durmientes o la de los siete durmientes de Éfeso? ¿Conocías las leyendas? Tell me more, tell me more! :)

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