Autor: Maggie Stiefvater
Saga: Los lobos de Mercy Falls 2/3
Editorial: SM
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Precio: 15,95 €
Número de páginas: 425
Sinopsis: El invierno ha acabado. Para algunos es una época de cambios. De transformaciones.
Pero sólo para algunos: Sam sigue siendo Sam. Cole sigue siendo Cole. Isabel no sabe lo que quiere, pero sigue siendo quien es. Sólo Grace no está a gusto en su propia piel.
Primavera: una estación de historias que empiezan y de otras que terminan. De despedidas. De abandonos. Pero todo abandono deja un rastro.
Opinión personal: Algo ha cambiado en Mercy Falls; todo, ha cambiado en Mercy Falls. Tras los acontecimientos del invierno, Sam y Grace planean juntos una nueva vida, mientras Isabel intenta hacer frente a sus propios demonios. Llega la primavera y es tiempo de dicha. Pero no todo es fácil.
Ahora hay tres nuevos miembros en la manada, a la espera de ver cómo se desenvuelven y se adaptan a la inestabilidad del cambio, sobre todo Cole, de quien Sam desconfía bastante. Y, por más que lo desee, Grace no será capaz de fingir por mucho tiempo que nada está cambiando...
Los cambios primaverales suelen traer las primeras tormentas, pero por más que lo desees, es imposible detener el tiempo: pasa y lo cambia todo. Y lo malo es que te arrastra consigo.
Rastro es la continuación de Temblor. En la primera novela, vimos cómo se conocieron Grace y Sam, cómo surgió su relación y cómo lucharon por mantenerla y lograr que fuera posible.
En esta segunda parte, la trama se encuentra mucho más definida, centrada en la época de cambios y consecuencias que la primavera arrastra consigo; una nueva etapa acompañada por algún que otro enigma. Es decir, el peso entre la historia que comparten Sam y Grace y la trama que hay detrás está más repartido y equilibrado.
Como ya se plantea en el primer libro de la trilogía, la mecánica y la lógica de la lincantropía dependen de un factor científico más complejo y mucho más importante, influenciado por la temperatura ambiental.
La manada, si bien esta vez cobra un poco más de importancia, sigue sin ser algo digno de mención o influencia para el desarrollo de la trama.
Tampoco encontraremos mucha acción en este libro (pero sí algo de más intriga), sino más sentimiento, cómo los personajes se enfrentan a ello y a lo que les depara el futuro.
La edición es muy similar a la de Temblor, con la diferencia del cambio de tema: la primavera, los primeros brotes de vegetación; en definitiva, crecimiento.
Volvemos a encontrarnos con personajes que ya conocemos, pero también con algunos nuevos o de los que no sabíamos tanto.
Sam continúa siendo ese chico dulce con aire de añoranza. Intenta recuperar la vida que creía perdida, sumergido en letras de poesía y de las canciones que compone, más notorios ahora. Se ve obligado a asumir una gran responsabilidad.
Por otra parte, Grace, la chica ordenada y metódica, se siente inquieta y vulnerable; atrapada dentro de sí misma, librando una batalla interna. Todos los cambios acontecidos hacen que Grace se vuelva algo distante, sin saber a dónde pertenece ni cómo encaja en el mundo. Se ha vuelto una desconocida incluso para sí misma.
Como "novedad", destaca la presencia de los dos personajes siguientes, entre los que puede construirse una relación: Isabel y Cole.
El carácter de Isabel es endurecido y resuelto, de un humor irascible y un poco ácido. Esta chica de armas tomar no pierde su típica impertinencia. Aun así, bajo ese marcado carácter, se siente muy confundida y lucha sola contra una honda culpabilidad.
Cole es uno de los lobos nuevos de Beck, al igual que Victor. Ambos son miembros de un conocido grupo musical. Cole es muy desafiante, arrogante y egoísta, a la vez que perspicaz. Pretende mantenerse en el anonimato. Escogió voluntariamente la vida de lobo, ya que, en el fondo, sólo quiere desaparecer, procurando dejar atrás un pasado con mucha presión. A menudo recuerda momentos de su pasado que desembocaron en dicha elección.
Todos ellos sufren una evolución con respecto a la novela anterior y a lo largo de esta novela; se trata de una etapa de transición, una serie de camios que les hacen madurar, ver las cosas de otro modo o volver a encontrarse con uno mismo.
En esta ocasión, no aparecen ni Olivia (cosa que me ha extrañado), ni Shelby, pero sí se las menciona en algún momento, al igual que a Beck y otros licántropos.
En cuanto a la narración, vuelve a ser en 1ª persona del pasado, y también consta de los distintos puntos de vista de sus personajes, combinados incluso dentro del mismo capítulo. Pero no sólo conoceremos la historia a través de Grace y Sam, sino que ahora también intervienen Cole e Isabel, lo cual hace de Rastro una novela muy dinámica.
Durante el prólogo y el último capítulo, se nota un gran cambio en el estilo de la narración: es como si el personaje se dirigiera al lector e intentara desahogarse o cerciorarse de que su situación es real.
El libro se compone de muchos capítulos, algunos también bastante cortos, pero no tanto como en el libro anterior.
Por otro lado, el lenguaje se mantiene claro y familiar, y, al igual que el tono, varía en función del punto de vista de los personajes: si hablamos de Sam y Grace, predomina la melancolía; mientras que, si se trata de Isabel y Cole, se vuelve coloquial y despreocupado, incluso algo frustrado.
También se incluyen pequeñas menciones o referencias (musicales, literarias, cinematográficas, etc) que hacen de la historia algo más creíble y cercano. En este aspecto, y volviendo a la ficción, los versos de Sam son muchos más notorios y abundantes.
Cómo no, no podían faltar esas descripciones fantásticas que pintan un paisaje solitario y bello. De la misma forma, la autora sabe expresar muy bien los sentimientos que inundan a nuestros protagonistas.
Esta vez se agiliza bastante el ritmo, debido en parte al dinamismo que implica un mayor número de puntos de vista, y en parte a que el peso de la narración no sólo recae en la relación y los problemas de Sam y Grace, sino también en los problemas de Isabel y Cole, y otros sucesos.
Por último, el final es abierto, aunque predecible; sin embargo, no lo es el por qué, si bien este final guarda cierta similitud inversa con el final de la primera parte de la trilogía.
Rastro supone la segunda parte de la trilogía, cuyo tercer y último título es Siempre. Después de lo ocurrido, con esta tercera entrega, se intuye la promesa de un futuro mejor, un futuro alcanzable por el que habrá que esforzarse para ver cumplido. Un futuro sólido.
En resumen, Rastro es una novela mucho más dinámica y ágil sin perder ese tono melancólico, sino combinándolo con otros rasgos. Es una novela fuertemente caracterizada por la transición, en la que se refleja la inquietud e incertidumbre de los cambios producidos por el paso del tiempo y las circunstancias, y si ese cambio es para bien o para mal.
Pero sólo para algunos: Sam sigue siendo Sam. Cole sigue siendo Cole. Isabel no sabe lo que quiere, pero sigue siendo quien es. Sólo Grace no está a gusto en su propia piel.
Primavera: una estación de historias que empiezan y de otras que terminan. De despedidas. De abandonos. Pero todo abandono deja un rastro.
Opinión personal: Algo ha cambiado en Mercy Falls; todo, ha cambiado en Mercy Falls. Tras los acontecimientos del invierno, Sam y Grace planean juntos una nueva vida, mientras Isabel intenta hacer frente a sus propios demonios. Llega la primavera y es tiempo de dicha. Pero no todo es fácil.
Ahora hay tres nuevos miembros en la manada, a la espera de ver cómo se desenvuelven y se adaptan a la inestabilidad del cambio, sobre todo Cole, de quien Sam desconfía bastante. Y, por más que lo desee, Grace no será capaz de fingir por mucho tiempo que nada está cambiando...
Los cambios primaverales suelen traer las primeras tormentas, pero por más que lo desees, es imposible detener el tiempo: pasa y lo cambia todo. Y lo malo es que te arrastra consigo.
Rastro es la continuación de Temblor. En la primera novela, vimos cómo se conocieron Grace y Sam, cómo surgió su relación y cómo lucharon por mantenerla y lograr que fuera posible.
En esta segunda parte, la trama se encuentra mucho más definida, centrada en la época de cambios y consecuencias que la primavera arrastra consigo; una nueva etapa acompañada por algún que otro enigma. Es decir, el peso entre la historia que comparten Sam y Grace y la trama que hay detrás está más repartido y equilibrado.
Como ya se plantea en el primer libro de la trilogía, la mecánica y la lógica de la lincantropía dependen de un factor científico más complejo y mucho más importante, influenciado por la temperatura ambiental.
La manada, si bien esta vez cobra un poco más de importancia, sigue sin ser algo digno de mención o influencia para el desarrollo de la trama.
Tampoco encontraremos mucha acción en este libro (pero sí algo de más intriga), sino más sentimiento, cómo los personajes se enfrentan a ello y a lo que les depara el futuro.
La edición es muy similar a la de Temblor, con la diferencia del cambio de tema: la primavera, los primeros brotes de vegetación; en definitiva, crecimiento.
Volvemos a encontrarnos con personajes que ya conocemos, pero también con algunos nuevos o de los que no sabíamos tanto.
Sam continúa siendo ese chico dulce con aire de añoranza. Intenta recuperar la vida que creía perdida, sumergido en letras de poesía y de las canciones que compone, más notorios ahora. Se ve obligado a asumir una gran responsabilidad.
Por otra parte, Grace, la chica ordenada y metódica, se siente inquieta y vulnerable; atrapada dentro de sí misma, librando una batalla interna. Todos los cambios acontecidos hacen que Grace se vuelva algo distante, sin saber a dónde pertenece ni cómo encaja en el mundo. Se ha vuelto una desconocida incluso para sí misma.
Como "novedad", destaca la presencia de los dos personajes siguientes, entre los que puede construirse una relación: Isabel y Cole.
El carácter de Isabel es endurecido y resuelto, de un humor irascible y un poco ácido. Esta chica de armas tomar no pierde su típica impertinencia. Aun así, bajo ese marcado carácter, se siente muy confundida y lucha sola contra una honda culpabilidad.
Cole es uno de los lobos nuevos de Beck, al igual que Victor. Ambos son miembros de un conocido grupo musical. Cole es muy desafiante, arrogante y egoísta, a la vez que perspicaz. Pretende mantenerse en el anonimato. Escogió voluntariamente la vida de lobo, ya que, en el fondo, sólo quiere desaparecer, procurando dejar atrás un pasado con mucha presión. A menudo recuerda momentos de su pasado que desembocaron en dicha elección.
Todos ellos sufren una evolución con respecto a la novela anterior y a lo largo de esta novela; se trata de una etapa de transición, una serie de camios que les hacen madurar, ver las cosas de otro modo o volver a encontrarse con uno mismo.
En esta ocasión, no aparecen ni Olivia (cosa que me ha extrañado), ni Shelby, pero sí se las menciona en algún momento, al igual que a Beck y otros licántropos.
En cuanto a la narración, vuelve a ser en 1ª persona del pasado, y también consta de los distintos puntos de vista de sus personajes, combinados incluso dentro del mismo capítulo. Pero no sólo conoceremos la historia a través de Grace y Sam, sino que ahora también intervienen Cole e Isabel, lo cual hace de Rastro una novela muy dinámica.
Durante el prólogo y el último capítulo, se nota un gran cambio en el estilo de la narración: es como si el personaje se dirigiera al lector e intentara desahogarse o cerciorarse de que su situación es real.
El libro se compone de muchos capítulos, algunos también bastante cortos, pero no tanto como en el libro anterior.
Por otro lado, el lenguaje se mantiene claro y familiar, y, al igual que el tono, varía en función del punto de vista de los personajes: si hablamos de Sam y Grace, predomina la melancolía; mientras que, si se trata de Isabel y Cole, se vuelve coloquial y despreocupado, incluso algo frustrado.
También se incluyen pequeñas menciones o referencias (musicales, literarias, cinematográficas, etc) que hacen de la historia algo más creíble y cercano. En este aspecto, y volviendo a la ficción, los versos de Sam son muchos más notorios y abundantes.
Cómo no, no podían faltar esas descripciones fantásticas que pintan un paisaje solitario y bello. De la misma forma, la autora sabe expresar muy bien los sentimientos que inundan a nuestros protagonistas.
Esta vez se agiliza bastante el ritmo, debido en parte al dinamismo que implica un mayor número de puntos de vista, y en parte a que el peso de la narración no sólo recae en la relación y los problemas de Sam y Grace, sino también en los problemas de Isabel y Cole, y otros sucesos.
Por último, el final es abierto, aunque predecible; sin embargo, no lo es el por qué, si bien este final guarda cierta similitud inversa con el final de la primera parte de la trilogía.
Rastro supone la segunda parte de la trilogía, cuyo tercer y último título es Siempre. Después de lo ocurrido, con esta tercera entrega, se intuye la promesa de un futuro mejor, un futuro alcanzable por el que habrá que esforzarse para ver cumplido. Un futuro sólido.
En resumen, Rastro es una novela mucho más dinámica y ágil sin perder ese tono melancólico, sino combinándolo con otros rasgos. Es una novela fuertemente caracterizada por la transición, en la que se refleja la inquietud e incertidumbre de los cambios producidos por el paso del tiempo y las circunstancias, y si ese cambio es para bien o para mal.
Tengo esta trilogía pendiente espero ponerme pronto con ella.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, compi ^^
ResponderEliminar¿Más sentimiento que en el primero? Me está empezando a dar miedo de que sea muy empalagosa esta saga xD Me alegro de que tenga un ritmo más ágil.
Creo que me gustaría Isabel ^^
A ver si leo ya el primero.
Besotes ^^